“Ya no me siento a gusto en este mundo”, un viaje del melodrama al humor gore en solo unos pasos

Primero nos engancha por su naturalidad, con un cierto toque de melodrama social made in USA, en torno a la desdichada Ruth (Melanie Lynskey): una tímida auxiliar de enfermería, solitaria y deprimida que para colmo de males sufre un robo en su casa y comprueba la ineficacia de la policía para resolver los pequeños hurtos domésticos. Después apunta hacia la épica dramática, cuando la mujer ya nos ha empatizado. En su resignada vulnerabilidad, intenta constituirse en una heroína dispuesta a recuperar por su cuenta lo que es suyo y le fue sustraído: un ordenador portátil y la cubertería de la abuela. En su aventura y su incursión por el mundo de los desarrapados, Ruth encuentra un escudero en consonancia con tanto desastre: un vecino melindres pero de sólida moral religiosa, dispuesto a transmutarse de tipo esmirriado en un héroe a la busca de su princesa. Y al fin en el itinerario de la parodia de una epopeya va cobrando tintes cada vez más gruesos y se recrea en un gore que, más que brutal, resulta grotesco. Como resultado: una película a la deriva, Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance 2017.

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