(Alex Camilleri, 2021)
En una pequeña población de la costa maltesa, un pescador llamado Jesmark (Jesmark Scicluna) no consigue ganar lo suficiente para mantener a su mujer y a su hijo recién nacido, que además necesita de un tratamiento médico más costoso de lo que su humilde economía le permite. Desesperado ante un modo de ganarse la vida obsoleto y un ecosistema agotado, el hombre se implica paulatinamente en una red de pesca ilegal, que trabaja para el mercado negro. Como un presagio de todo, como si el destino le arrastrase a tomar una decisión, aparece una vía de agua en su luzzu, vieja y vistosa barquita de madera, de más de un siglo, que ha heredado de sus antepasados. La pesca apenas da para sobrevivir y Jesmark ve cómo su medio de vida y una tradición familiar de generaciones está al borde de desaparecer. Empujado por su angustiada esposa Denise (Michella Farrugia) y tratando de mantener a flote su orgullo ante las malas relaciones con su suegra Carmen (Frida Cauchi), a la que la madre coraje ha recurrido para proteger a su bebé, Jesmark lucjha al límite por encontrar una nueva forma de vida, debatiéndose entre mantenerse fiel a las tradiciones o buscar su hueco en una industria pesquera despiadada, donde solo obtienen beneficio quienes quebrantas las reglas y los que integran en un sistema corrupto. El más fiel de sus amigos se presta a repararle la barca, mientras Jesmark va dando secretamente los pasos para venderla. La película de Alex Camillere se convierte en un dilema moral que afecta a los más pobres, que se debaten entre la dignidad y la supervivencia, reflexionando sobre las estrictas normas de una moralidad basada en la hipocresía de quienes utilizan las leyes para enriquecerse y quienes comprenden que es menos moral quebrantarlas que permitir que el sistema les condene a la miseria. Un drama con el sello de la autenticidad de sus personajes, el tratamiento narrativo sencillo y cercano a sus personajes, en los luminosos y coloristas paisajes de la costa maltesa.
Federico García Serrano