Bacurau, marxismo y anticolonialismo

Una mezcla de géneros, un soplo de originalidad y aire fresco que comienza narrando como un pequeño pueblo entierra a Carmelita, la matriarca de la aldea, a los 96 años de edad. Todos toman psicotrópicos para vivir de una manera distinta el entierro, y efectivamente, no es un entierro al uso. La música, la celebración y las visiones llenan la ceremonia (incluso hay espacio para los celos). La vida en Bacurau se desarrolla como en cualquier otra aldea: el profesor enseña a los niños (ahora gracias a las nuevas tecnologías con una Tablet puede enseñarles geografía); la médica del pueblo atiende a quiénes tienen resaca o a quienes han peleado con sus parejas y tienen que ir a dormir en la cama de la enfermería y los demás siguen con sus vidas tras el duro golpe de la muerte de Carmelita. De momento estamos ante un film costumbrista, con toques de humor, como cuando llega el alcalde de la región, Tony Jr. (Thardelly Lima), pidiendo los votos y les lleva un camión de libros para su escuela y productos de primera necesidad (caducados en su mayoría). También drogas, para dejarles “alelados” como les avisa Domingas, la médica (interpretado por Sonia Braga) y ataúdes (siempre necesarios).

Un artículo de Claudia López Frías