Under the Silver Lake es el último trabajo de David Robert Mitchell, quien debutó con El mito de la Adolescencia (The Myth of the American Sleepover, 2010) y a la que siguió la peculiar It Follows (2014). El adjetivo peculiar, tal vez no sea el más adecuado para describir una película aclamada por muchos y en cambio tachada de pretenciosa y vacía por otros, pero de la cual destaca una cuidada fotografía, de Michael Gioulaki, inspirada en el trabajo de Gregory Crewdson, con una clara atmósfera del cine de terror de los años 80 y una historia más que convincente. It Follows, aunque en un principio pueda parecer un simple homenaje a películas de John Carpenter o Wes Craven, con todo el universo adolescente perseguidos por asesinos de trama principal, en seguida notamos que quiere ir más allá y transmitirnos una serie de simbolismos que si nos dejamos perder entre su maravillosa fotografía tal vez pasemos por alto. Simbolismos sobre el miedo a la muerte, el paso de la niñez a la edad adulta descubierto a través del sexo, que al mismo tiempo nos deja constancia sobre la fragilidad de la vida y los peligros de la sexualidad. Si esta película está llena de simbolismos, su siguiente obra, o la que aquí nos ocupa no será menos.
Under the Silver Lake, estrenada en España el 28 de diciembre de 2018, bajo el nombre de Lo que Esconde Silver Lake, no sabemos si ha sido, o no, estrenada el día de los inocentes de manera intencionada, para quien quiera seguir buscando señales en nuestra cotidianeidad o si simplemente esto funciona como una broma y al igual todo lo que veremos a continuación o sí ha sido mera casualidad como podrían pensar los más escépticos en el mundo de las conspiraciones. Un film con una dirección clásica, llena de homenajes y con un completo recorrido por Los Ángeles, pero esta vez no son Los Ángeles que tenemos estereotipados, sino que sería más bien la cara oculta de la ciudad, donde vemos claramente el contraste entre gente con dinero y sin él. Llena de elementos secundarios que completan la película, estos, tal vez no están tan bien hilados que provoca que después de su visionado nos sigan llegando continuamente ideas a la cabeza.
Un artículo de Claudia López Frías
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