Recuerdo que un discapacitado estaba presente en la misma sala de cine en que yo entré a ver Campeones. Era un niño pequeño con sus dos padres. Yo, inconscientemente, intentaba adivinar cómo estarían reaccionando ante cada situación que la película proponía, y en uno de estos intrusivos intentos de adivinación encontré el estro para realizar este análisis: el encuentro del protagonista con los demás personajes supuso para mí un momento incómodo, cuanto menos. No sé si por mí mismo y mis valores, tal vez demasiado arcaicos, o porque sabía que allí presente estaba, que yo supiera, al menos un discapacitado, con el que me era imposible no empatizar en mi inexorable imaginación. Este hecho marcó para mí el sentido sobre el que la importancia de la obra gira. Me aventuro a realizar la crítica de esta película porque, en primer lugar, ha creado en mí un conflicto no solo moral, sino de decisión, y sentimientos fuertemente encontrados, y en segundo lugar, porque considero que ha sido bastante sobrevalorada.
Un artículo de Jorge de Paz Patiño
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(Atención, el análisis de la película puede desvelar aspectos relevantes de su argumento)