La tercera película del dramaturgo y cineasta independiente neoyorkino Kenneth Lonergan mantiene sus señas de identidad, ya mostradas en dos espléndidos films anteriores, caracterizados también por su impacto emocional y su densidad narrativa: Puedes contar conmigo (You Can Count On Me, 2000) y la casi desconocida y maltratada, Margaret (2011). Los dramas trágicos de Lonergan parecen nacidos para el escenario, para ser representados por actores con gran capacidad para interiorizar los conflictos y exteriorizar o reprimir, según toque, sus emociones; y sin embargo, encuentran una vez más, en la geografía marinera y los recursos visuales del lenguaje cinematográfico, una forma natural de potenciar las emociones, las palabras y los silencios, las miradas, las situaciones, los conflictos, los diálogos y la exploración, la aventura interior de sus personajes, marcados habitualmente, trágicamente, por un conflicto determinante en sus vidas, en el que se hunden, como raíces, las diferentes tramas que sirven para la confrontación y la puesta a prueba de sus heridos mundos afectivos.
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