Toni Erdmann: Electra y el difícil lenguaje de la broma…

Avalada por su éxito paso por Cannes, además de otros importantes encuentros internacionales,  acaparadora de los máximos galardones del cine europeo, “Toni Erdmann” completa la hasta ahora escueta y sorprendente filmografía de Maren Aden, (“The forest for the tres”, Los árboles no dejan ver el bosque, 2003; y “Allen anderen”, Entre nosotros, 2009). En sus películas, Maren Ade analiza, hasta la disección más minuciosa e íntima, las relaciones humanas en conflicto, intensas hasta la obsesión, a veces fuera de prejuicios, determinadas por extrañas con
exiones subterráneas entre los personajes a través de un proceso de neurosis: en la primera, una maestra intentando ser aceptada en su nuevo grupo de trabajo; en la siguiente, una extraña pareja de vacaciones pretendiendo estabilizar sus vidas a partir de una relación enfermiza, claustrofóbica; en esta ocasión -Toni Erdmann- un hombre solitario y huraño con un peculiarmente siniestro sentido del humor, que intenta relacionarse con todos a través de la broma, único lenguaje que parece servirle de conexión con su hija, alta ejecutiva de una empresa sometida al estrés de los negocios y las finanzas. Bajo el pretexto de rescatar a su hija de la infelicidad, Wilfried (Peter Simonischek) inventa un extravagante personaje, llamado Toni Erdmann, que invade la vida de su hija, Inés (Sandra Hüller), provocando algo más que una reflexión, una sacudida que altera su equilibrio emocional, confrontándola con fantasías de la infancia, el proceso de maduración de la personalidad y sus propias contradicciones vitales.

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