“Lion” contra “Moonlight”, a vueltas con el tema de la identidad

La rivalidad en la lucha por los premios en los más aclamados certámenes internacionales de estos días, entre dos películas que giran en torno al tema de la identidad, me parece un buen pretexto para la reflexión sobre este asunto, oportuna, pues se trata además de dos de las grandes películas de la última cosecha y también por poner de relieve uno de los temas fundamentales de la cultura audiovisual, de la interculturalidad, propia de nuestro tiempo: “¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?”. El Lion, un joven que a la edad de cinco años se perdió en las calles de Calcuta y fue adoptado por un matrimonio australiano, con la ayuda de Google Earth y afectado por una angustia vital que nace los enigmas grabados en su más tierna memoria (los “recuerdos encubridores” que diría Freud), emprende la tarea de volver al escenario de su infancia para buscar a su familia. Para seguir el rastro de ese pasado, al cual responde no sólo genéticamente, sino emocional e inconscientemente  su identidad, desdibujada por el trasplante a la cultura australiana sufrido en la niñez. En Moonlight, también se parte de la infancia, patria de la identidad, esta vez de un niño afroamericano cuya madre prostituta y drogadicta vive en los extrarradios marginales de la esplendorosa Miami, paisaje que confiere un singular estilo a la comunidad negra que allí se asienta. Un contexto necesario para ubicar el tema central de la película, que esta vez tiene también que ver con la identidad sexual y el descubrimiento de la homosexualidad.

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El análisis realizado en este artículo puede desvelar aspectos relevantes de los contenidos de ambos films

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